18 de marzo de 2016

Ayer fui consciente, más que nunca quizá, de lo afortunada que soy al tener a mi lado a ciertas personas. Cuento con gente que no duda en tenderme su mano cuando me caigo, que está dispuesta a aguantar mis momentos más tristes y a cargar con ellos a sus espaldas, a borrar cada lágrima con su sonrisa y a borrar los nubarrones que cubren mi cielo, manchándose las manos con ellos si hace falta. 
El tiempo es algo valioso a lo que no se le da suficiente importancia y ellos no dudan en regalarme el suyo. ¿Qué hay más bonito que regalar tu tiempo, que gastar tus horas en guiar a alguien que vive a oscuras hacia la luz?
Soy afortunada, muy afortunada, y espero, en algún momento, poder llevar tanta alegría a esta gente (mi gente) como ellos traen a mis días.