16 de febrero de 2016

Últimamente me he aficionado a una serie de superhéroes, y esto me ha hecho pensar en lo mucho que me gustaría tener poderes y ser capaz de salvar el mundo. Sin embargo, tengo la firme convicción de que todos, a nuestra manera, llegamos a ser el superhéroe de alguien en algún momento de nuestras vidas. Puede que nunca lo sepamos, pero quizá un pequeño gesto que apenas nos costó esfuerzo supuso un mundo mejor para esa persona que tanto sufría en silencio. 
Nuestros superpoderes puede que no sean tan espectaculares, que no sepamos hacer piruetas imposibles ni derrotar terribles villanos, pero pocos poderes se pueden comparar con el de conseguir dibujar una sonrisa en labios que lo necesitan.

Aunque no os voy a mentir, estaría genial eso de volar.